jueves, 1 de octubre de 2009

la gata sobre el tejado de zinc

Se dice que, cuando preguntaban a Tennessee Williams cuál era su obra preferida, la respuesta era "La versión editorial de La gata sobre el tejado de zinc caliente". Hacía la salvedad de referirse al texto original y no a lo que se convirtió con el paso del tiempo.
La obra se estrenó en 1954 y su director teatral, Elia Kazan, prácticamente obligó al autor a que cambiase determinadas situaciones y diálogos que no terminaban de gustarle. Pero la cosa fue todavía peor con su paso al cine.
Brooks y Poe (director y guionista) cuatro años después, y probablemente temerosos de la censura, cambiaron partes fundamentales de la obra.

De las enmiendas sufridas por la película da idea la supresión de la palabra "caliente" en su título. Seguramente para no subrayar el carácter de urgente sensualidad que transmitía la presencia algo más que sugerente de Liz Taylor en ropa interior.


Película teatral por antonomasia, llena de apariencias, realidades y secretos, La gata sobre el tejado de zinc se beneficia de un espléndido grupo de actores.
Sin embargo, ha pasado a la historia la presencia en pantalla de los dos protagonistas, Elisabeth Taylor y Paul Newman, ambos candidatos al Oscar por su interpretación intensa y realista.

La acción se desarrolla a lo largo de una tórrida noche de verano en la que los miembros de una adinerada familia sureña se han reunido para celebrar el 65º cumpleaños del patriarca (Burl Ives / Gran Papá). El clan se compone del joven matrimonio Brick (Paul Newman) y Margaret (Liz Taylor), el hermano mayor de Brick, Gooper (Jack Carson), su mujer Mae (Madeleine Sherwood) y sus cinco hijos pequeños, además de los dueños de la mansión Gran Papá y Gran Mamá (Judith Anderson).

El ambiente de fiesta se ve reforzado por la gran noticia de que las pruebas hechas al cabeza de familia en un importante centro médico han dado negativo y el posible cáncer de intestino es sólo un pequeño problema de colon irritable. Será una jornada alegre y agradable con comida y bebidas especiales servidas por criados negros vestidos de blanco, tarta de cumpleaños, fuegos artificales, música, canciones, juegos infantiles... todo feliz y perfecto.
Hasta ahí las apariencias, una delgada capa de color rosa que se muestra enseguida muy frágil.

Aparecerán poco a poco la infelicidad, el alcoholismo, la desesperación y el desamor, la ambición, la manipulación de simpatías y sentimientos... tristes realidades que no son más que el preámbulo de secretos familiares mucho más graves. Aunque al final, todo queda para un futuro que los espectadores nunca veremos. La muerte de Gran Papá, la sucesión de Brick o Gooper al frente de la empresa, la posiblemente traumática viudez de Gran Mamá.
Sin embargo, la cinta culmina con un realista y poético toque de atención que apunta al amor y al sexo.


la gata sobre el tejado de zinc, 1958

Años más tarde, en una de sus últimas entrevistas T. Williams diría que entre sus recuerdos eróticos estaban el torso en camiseta de Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo y la mirada y actitud de Newman en la escena final de esta película.