jueves, 16 de abril de 2009

esplendor en la hierba

Gracias a la amistad surgida entre el dramaturgo William Inge y el director Elia Kazan durante el montaje teatral de La oscuridad al final de la escalera nace Esplendor en la hierba.
Kazan le propuso al escritor que crease algo para un guión, y éste recordó una historia que había escuchado de crío en su pueblo, Idependence -Kansas- sobre una pareja de estudiantes y su relación sentimental ocurrida durante el crash de 1929.
Después de la adaptación de Kazan y los diálogos de Inge el film obtuvo un Oscar de la Academia.
Otro de los cimientos de la película reside en encontrar la manera de perdonar a los padres. Los prejuicios y experiencias propias que transmiten a través de la educación llevan, en ocasiones, a provocar conflictos emocionales insospechados. Este aspecto deriva de que por aquella época Inge se estaba psicoanalizando.

Esplendor en la hierba arranca con un largo y apasionado beso de Bud (Warren Beatty) y Deani (Natalie Wood). Ambos son estudiantes de instituto en el sureste de Kansas en 1928.

Bud pertenece a una familia forrada con yacimientos de petróleo, en la que un padre fogoso e iracundo desconoce el significado de otra cosa que no sea él mismo y su opinión.
El resto de la familia tampoco contribuye demasiado a alegrarle la vida. Una hermana díscola, a la que la censura cambia un aborto por un lío, y una madre sin autoestima, transparente, casi invisible, completan el entorno.

Deanie es la única hija de un matrimonio de clase media en la que una madre dominante y "decente" lleva las riendas, y en la que el sexo es sustituible y rechazable.

A pesar de que la cinta cuenta con todos los ingredientes de una divertida historia de amor: chico y chica guapos y populares, buenos estudiantes, muy enamorados, una relación que no carece de inconvenientes y diferencias pero que están de sobra aceptadas... ya desde el comienzo es inevitable tener la impresión de que por alguna parte tiene que saltar la chispa.

Las dos familias aconsejan a sus hijos que no se casen porque son jóvenes y que no tengan sexo, porque un desliz les empujaría al matrimonio.
Pero la continua presión de los Stamper para que su hijo vaya a estudiar a Yale y la de la madre de Deanie para que su hija se mantenga virgen destrozará a la pareja.

Esta es la escena que resume todo lo dicho hasta ahora. Aparece una moral axfisiante, haciendo distinciones entre mujer fácil y decente, los ojos que siempre miran, lo que debe ser ocultado, el cotilleo propio de "la decencia", en definitiva el escenario en el que se mueven los protagonistas, la represión a la que se ven obligados, y los padres con los que deben mantener el típico enfrentamiento del comienzo de la propia vida y que a ellos les resulta tan complicado manejar.



esplendor en la hierba, 1961


Encontramos a lo largo del film una constante referencia al paso del tiempo, a la incomodidad y las consecuencias de intentar vivir y superar una moral estrecha, a los sueños, la juventud, las ilusiones...
Prueba de ello son los demoledores versos de Wordsworth con los que Kazan acompaña a una Natalie Wood radiante al final.
Un final hermoso, que no feliz al estilo hollywodiense, agridulce tal vez, pero válido en los términos de la vida real. Y es que a veces hay que aceptar una felicidad limitada.

Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello,
que me deslumbraba.
Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores.
No hay que afligirse.
Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo...

Una obra conmovedora, poética y poderosa, hoy tanto como hace décadas.